martes, 26 de noviembre de 2013

EL MUNDO ESTA DE CABEZA, ¿PROVOCADO POR QUIEN?.



VÍDEO:

UN VÍDEO FUERTE PERO QUE NOS DEJA VER LA REALIDAD DE LA VIDA QUE ESTAMOS VIVIENDO.


CONFRONTACIÓN: 

Daniel 7:23

Reina-Valera 1960 (RVR1960)
23 Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará.


La obra de Satanás en nuestro mundo

Ahora que hemos visto que Satanás es un ser real con poderes

“. . . El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo . . .” (2 Corintios 4:4).
Ahora que hemos visto que Satanás es un ser real con poderes reales, necesitamos entender cómo usa esos poderes. Debemos también entender sus intenciones y su meta principal.
 La causas de los males de la humanidad
Cuando entendemos la magnitud del engaño de Satanás, podemos entender mejor las raíces de tantos males que afronta la humanidad. Colectivamente, llevamos miles de años experimentando con gobiernos, filosofías y formas de vida. ¿Por qué entonces no hemos podido resolver nuestros problemas? ¿Por qué persisten año tras año, siglo tras siglo, tantas dificultades?
Los gobiernos y otros esfuerzos humanos no han tenido éxito porque, a fin de cuentas, simplemente no conocemos la forma correcta de vivir. Salomón, antiguo rey de Israel, lo dijo escuetamente: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12; 16:25).
El profeta Jeremías declaró: “Conozco, oh Eterno, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). Desgraciadamente, durante muchas generaciones la humanidad ha comprobado la verdad de estas palabras. Bajo el gobierno humano, e influenciado por la actitud egoísta de Satanás de tratar de obtenerlo todo para nosotros mismos, el mundo nunca ha conocido una época libre de sufrimiento, dificultades y guerra.
El mundo sufre de problemas crónicos, insuperables, porque hemos rechazado a Dios. Por inspiración divina David escribió: “El Eterno miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmos 14:2-3).
Jeremías también observó que las personas eran cegadas en gran parte por sus propios motivos e intenciones perversos. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).
El hombre está separado de Dios
El profeta Isaías añade: “He aquí que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua . . . No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz” (Isaías 59:1-8).
Los caminos de Dios son completamente diferentes de los del hombre. Él nos dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Eterno. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9).
Satanás ha logrado engañar a la humanidad a lo largo de su historia al influenciar a los seres humanos para que se aparten de la guía de Dios. Nos lleva a hacer las cosas a nuestra manera, a confiar en nosotros mismos en lugar de en Dios como la autoridad suprema.
Pablo describe los resultados de rechazar a Dios: “Como no quieren reconocer a Dios, él los ha abandonado a sus perversos pensamientos, para que hagan lo que no deben. Están llenos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Son envidiosos, asesinos, pendencieros, engañadores, perversos y chismosos. Hablan mal de los demás, son enemigos de Dios, insolentes, vanidosos y orgullosos; inventan maldades, desobedecen a sus padres, no quieren entender, no cumplen su palabra, no sienten cariño por nadie, no sienten compasión. Saben muy bien que Dios ha decretado que quienes hacen estas cosas merecen la muerte; y, sin embargo, las siguen haciendo, y hasta ven con gusto que otros las hagan” (Romanos 1:28-32, Versión Popular).
Las palabras de Pablo resuenan ahora más que nunca. Los medios de comunicación y de entretenimiento condonan y alaban todos los estilos de vida y prácticas degeneradas y pecaminosas, en tanto que censuran a las personas que respaldan los preceptos bíblicos y las señalan como personas de mentes estrechas que tratan de imponer sus principios a otros. Semejante tergiversación de valores es el resultado inevitable de una mente que rechaza el conocimiento y los mandamientos de Dios. (Si desea profundizar en estos conceptos, le recomendamos nuestro folleto Los Diez Mandamientos.)
Este no es el mundo de Dios
Aunque Dios está siempre en control de todas las cosas, las Escrituras dicen claramente que él no es la causa de los problemas crónicos y la miseria que imperan en el mundo. Como dijo Jesús en Juan 18:36: “Mi reino no es de este mundo”.
Satanás el diablo es el verdadero “príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Juan nos dice que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). Satanás es “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4).
Aunque no podemos ver a Satanás, su influencia es poderosa y penetrante. Pablo entendía esto, puesto que les recordó a los cristianos que, anteriormente, ellos habían seguido “la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). El resultado de la influencia del diablo es que, antes de la conversión, todos vivimos “en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos” (v. 3).
Con muy justificada razón Pablo llama a Satanás “el príncipe de la potestad del aire”. Influye espiritualmente en la humanidad para que rechace a Dios y su ley. Bajo la influencia de Satanás, “los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7).
Al estar separado de Dios el hombre escoge seguir su propio camino, y los resultados son catastróficos. Bajo la influencia de Satanás la humanidad ha rechazado la revelación de Dios y su guía, para construir sociedades y civilizaciones con fundamentos erróneos. Pero esto no será así para siempre. En los próximos dos capítulos de este folleto describiremos cómo van a cambiar las cosas.

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