jueves, 12 de septiembre de 2013

¿ESTARIAS DISPUESTO A CAMBIAR TUS HABITOS ALIMENTICIOS?.

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Haciendo a un lado los malos hábitos alimenticios



Podrá sonar muy difícil de hacer, pero es más fácil cambiar los malos hábitos alimenticios cuando sabes lo que realmente te hace daño. Unas de las comidas que más trastornos puede ocasionar a nuestra salud son los alimentos procesados. Sí, aquellos que se comen porque son más rápidos de preparar y tienes frente a ti cuando te entra el apetito.
Pocos pueden negar que las comidas procesadas tienen un buen sabor y que se pueden conseguir en casi cualquier parte, sobre todo si es lo más práctico para tu vida ajetreada. Sin embargo, hay muchas razones por las cuales es mejor cambiarlas por comida fresca y, mejor aún, cocinada por uno mismo cada vez que sea posible.
Radiografía del problema de obesidad
Habrás escuchado que durante los últimos años ha aumentado el número de personas obesas. Si analizáramos las prácticas alimenticias de la población obesa, podríamos tener una radiografía de esta problema que ya ha permeado entre la población infantil.
La dieta de estas personas generalmente se compone de alimentos procesados o altamente concentrados. Es decir, comida que ha sido procesada y que, por tanto, ha perdido hidratos de carbono, proteínas, grasas, fibra y agua. Alimentos que, al ser modificados, se digieren y asimilan en el cuerpo de otra manera.
Al recibir nuestro cuerpo este tipo de alimentos altamente procesados, o altamente concentrados, se estimula artificialmente la dopamina (un neurotransmisor del placer), con lo cual se crea la adicción a esa comida.
El placer dañino
A cualquiera le pasa que al comer un alimento procesado se le despierta una sensación placentera que le provoca regresar una y otra vez a la misma comida hasta volverla una adicción y de ahí a la obesidad solo hay un paso. Entre los alimentos procesados que más hacen aumentar de peso están los que contienen jarabe de maíz de alta fructuosa, azúcar y MSG (glutamato monosódico).
Además, este tipo de comida procesada contiene, por lo general, ciertos ingredientes que no cumplen con los principios de una correcta combinación de alimentos, lo que puede provocar una reducción de la energía, acidificación de la sangre, inconvenientes a nivel digestivo, enfermedades diversas y sobrepeso.
Depresión, problemas de memoria y otros padecimientos
Cuando consumimos alimentos procesados nuestra flora intestinal sufre un desequilibrio, pues prácticamente la estamos envenenando. Esto conduce a padecimientos digestivos, y más allá, depresión, problemas de memoria y cambios de humor.
Para los productores de este tipo de alimentos, su beneficio es que los ingredientes que requieren los alimentos procesados son de mucho más bajo costo que los ingredientes naturales, pero con mucho menos valor nutricional. Por ejemplo, las grasas y aceites utilizados en los alimentos procesados son refinados, lo que significa que son despojados de los ácidos grasos esenciales necesarios para los niveles saludables de azúcar en sangre. Y la realidad es que tu corazón, las hormonas y el cerebro sufren cuando decides comer estas grasas y aceites.
Entendemos que no es fácil, pero sabiendo todo esto, ¿estarías dispuesto(a) a cambiar tus malos hábitos alimenticios?

CONFRONTACIÓN:

1 Corintios 10:23

Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Haced todo para la gloria de Dios

23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.


Isaías 55:2

Reina-Valera 1960 (RVR1960)
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

Cuando se tratan asuntos como la dieta, siempre existe mucha discusión. Casi pareciera que estamos obsesionados por la dieta, y un rápido vistazo a la televisión y las revistas confirmarían esta observación. Hay más dietas disponibles que días de la semana, y se hacen todo tipo de exposiciones al respecto. Agregue a esto el componente “religioso” que hace que el consumo de algunos alimentos sea “una abominación” y obtendrás un gran campo para la controversia, incluso dentro de la iglesia. 
¿Cuál es entonces el sentido de la dieta? ¡De seguro que es vivir bien y saludablemente! Las regulaciones que aparecen en el Antiguo Testamento proveían un punto de partida para un pueblo que necesitaba regulaciones estrictas para la dieta. Sin embargo, el concepto completo de que algo sea “inmundo” ya no aplica, ¡aunque nunca consideraríamos la posibilidad de consumir muchos de los elementos de la dieta que se mencionan allí! Las leyes del Antiguo Testamento tampoco son arbitrarias, se ha comprobado que tienen gran fundamento científico. Pero hoy día el énfasis debe estar en una vida saludable, no en la abstinencia por algún tabú. ¡El centro del debate está en lo que realmente es saludable!. 
Luego viene la pregunta de por qué. ¿Por qué queremos ser saludables? El Nuevo Testamento hace énfasis en la salud a fin de vivir para Dios. Queremos ser capaces de trabajar bien al hacer la voluntad del Señor. Esta no es una obsesión egoísta, sino un de-seo de un mejor servicio al representar la verdad acerca de Dios. El bienestar basado en una buena alimentación hace parte de este testimonio, y se refleja en nuestros conceptos del carácter de Dios. 
Si una vida sana primero llama la atención de las personas y luego las lleva a preguntar cuáles son las razones de ello, entonces eso es bueno ¡si damos las razones correctas de lo que hacemos! Si sólo es vivir por más tiempo, o ser capaces de hacer más cosas para satisfacer nuestros deseos egoístas, entonces estamos cayendo en una falsa propaganda... La salud física y la alimentación necesitan estar correlacionadas con la salud y la nutrición espiritual, a fin de que cualquier cosa que comamos y bebamos sea para la Gloria de Dios.De manera que cuando hablamos a otros acerca de los buenos hábitos de salud y acerca de la dieta, debemos asegurarnos de que no estamos cayendo en la trampa de convertir al evangelio en comida y bebida, y hacer que la salvación esté condicionada a la reforma de la salud. Recibimos muchos beneficios de las sabias elecciones que hacemos en estas áreas, pero no hagamos de esto el centro de nuestro testimonio. 
Las buenas nuevas son acerca de Dios, no se tratan acerca de comer pan integral y abstenernos del whisky, aunque esta conducta sea buena. Porque al final, ninguna dieta garantizará que viviremos para siempre. Queremos una buena calidad de vida aquí y ahora, y una dieta adecuada puede ser útil para ello y para asegurarnos de que nuestros cerebros funcionen bien, lo cual es importante para nuestra salud espiritual. Pero sólo Dios puede darnos vida eterna. Sólo Dios provee agua que nos garantiza que no tendremos sed jamás, y el pan que nos sostendrá por toda la eternidad

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